¿Qué es lo digital?

Es indudable que el mundo se ha transformado drásticamente en escasas décadas, lo cual es un fenómeno sin precedentes. Si reparamos un momento en el estado actual de la sociedad, posiblemente nos percatemos que estamos inmersos en una dinámica vital acelerada y en gran medida ausente de planificación prospectiva, lo que parece producir cierta sensación de insatisfacción, fruto de la incertidumbre.  Este panorama es en gran medida resultado de la capacidad hiperproductiva (producción absurda e innecesaria dotada de una planificada obsolescencia)  lograda en el campo tecnológico.

Analog DigitalNo obstante, hay algo interesante detrás de esta parafernalia tanto tecnológica como tecnocrática, que parece estar  adentrándose paulatinamente en el individuo con un potencial capaz de reestructurar el sentido de «mundo»: me refiero a lo digital. En su versión más simplificada, entendemos lo digital como secuencias de ceros y unos, lo cual es una realidad técnica. Sin embargo, ¿cómo es posible que ese código binario haya cambiado nuestra percepción del mundo? ¿Qué proceso ha llevado a esta transformación paradigmática?

Lo digital, gracias a una de sus posibilidades conocida como virtualidad, ofrece una realidad alternativa a la que nos circunda. No es difícil querer habitar esa otra realidad cuando la que experimentamos en el mundo tangible es por naturaleza cruda e intransigente. Bajo esta circunstancia, la virtualidad digital se vuelve una panacea, un escaparate a la sistemática vida del usuario.

Cada día el punto de contacto entre la realidad tangible y la virtual se fortalece, al mismo tiempo que se difumina. Vivimos una hiperrealidad en proceso de desarrollo, con la capacidad de vincular progresivamente lo virtual y lo tangible, lo analógico y lo digital bajo una dinámica perfectible. Esto no quiere decir que dentro de unas décadas vamos a vivir en la completa virtualidad o que lo digital, a través de la Inteligencia Artificial, logre intervenir la estructura natural del mundo, como sucede  en Transcendence; más bien será nuestra manera de concebir cuestiones trascendentales como el ser o el estar las que se van a poner en entredicho y a la espera de una urgente actualización que retome lo que significa realidad y ser humano durante este  siglo de continuas transformaciones.

Will Caster

Entender lo digital a partir de lo analógico

En contraparte a la propuesta de ciencia ficción planteada en Transcendence, en donde el Dr. Will Caster experimenta una transcodificación de su conciencia al lenguaje digital,  nosotros ni siquiera imaginamos ser capaces de desprendernos del estado actual de las cosas. Nuestras experiencias vitales se llevan a cabo en el mundo tangible de forma natural, es el espacio para valorar caminos indefinidos, donde no hallamos una solución única ni detallada para llegar a nuestro cometido, sino que son la prueba y error, la aventura, la inteligencia y la decisión las que nos permiten comprender cuál es el camino más adecuado a cada situación. Ya lo dijo Otl Aicher en Analógico y Digital:

“El ser humano precisa del ojo de buen cubero. Su existencia, su subjetividad y su persona se construyen sobre valoraciones […] Es un ser analógico, no digital”.

No por ello lo digital pierde relevancia, ya que muestra a través de lo virtual las facetas de lo posible, lo inconcebible en el mundo analógico. Lo digital es preciso, presenta soluciones únicas y directas; pierde de vista el todo al reducir su complejidad en favor de la practicidad de lo concreto. Si nos centramos en una visión compleja del mundo, parece que estamos viviendo una época histórica singular. Lo análogo y lo digital están en un proceso de reconocimiento a través de su interacción en lo cotidiano sin difuminar por completo sus límites, aún.

Aunque no nos percatemos de ello, hemos empezado a movernos en un escenario con distintos términos de realidad (concepto que acuño en mi tesis y que explicaré en otro post). La creación del lenguaje digital, que comenzó hace unas décadas como un artificio experimental, ahora ha provocado un proceso de convergencia entre términos de realidad: realidad virtual, realidad aumentada, realidad disminuida, realidad física o tangible… Seguramente estaremos familiarizados con al menos dos de estos términos.

Lo que ha permitido cohesionar los puntos de contacto entre estos términos de realidad  es el potencial de lo digital. Mucho se ha estudiado el lenguaje digital, desde su estructura técnica hasta sus aplicaciones tecnológicas, sin embargo, parece que se han menospreciado sus implicaciones en lo social y lo comunicativo, ya que es en estos ámbitos donde se están transcodificando los códigos de realidad. Una realidad que queda en entredicho, que se muestra disruptiva, divergente.

Cabe la posibilidad de que la representación digital sea, en sí misma, una manera singular de abstraer el mundo. Actualmente somos capaces de sumergirnos parcialmente en ambientes digitales, sobre todo en aquellos referentes al ámbito social cotidiano; prueba de ello son las redes sociales, las cuales fungen como una especie de extensión de nuestras relaciones en el mundo analógico. Por el momento lo digital es nada más y nada menos que el universo de lo posible.

 

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